viernes, 20 de septiembre de 2013

Pensábamos que nos íbamos a reír

…y resultó al final un mal chiste. Los que estuvimos en la madrugada del sábado 14 al domingo en Segurilla, vivimos un momento histórico por lo bochornoso de la situación.
Todas las risas y los comentarios que fluían entre los vecinos y visitantes se tornaron en vergüenza y resignación cuando apareció en escena Kiko Rivera
Aún habiendo recibido numerosas críticas, buenos consejos y haber preguntado al pueblo en general sobre la contratación de este artista, el ayuntamiento segurillano finalmente se salió con la suya (aunque aparentemente se firmó el contrato con varias semanas de antelación), y desoyó la voz de su pueblo que le expresaba en todo momento su disconformidad con esta actuación. Todavía hoy, no conocemos a nadie que nos haya trasladado su apoyo a tal acto.
Lo que estaba siendo una noche de fiesta para todo el pueblo, cambió radicalmente cuando hizo presencia el famoso DJ. La Plaza Mayor se inundó de personas provenientes de botellones, para confluir en un macrobotellón en dicho lugar, obligando a muchas de las personas que estaban disfrutando de una noche agradable de fiestas a marcharse a su casa o, cuando menos, a otro lugar. La música que ponía el pinchadiscos contribuyó bastante a la huida de estas personas, puesto que ésta va dirigida a cierto público, que no es apto para la plaza de las fiestas de un pueblo. Quizás hubiera estado más acertado ubicar la actuación en otro lugar más acorde sin tener que cortar la fiesta a todo el mundo y, de este modo, ahorrarnos situaciones aparatosas como las que vivimos.
Miraras donde miraras se podía ver el mal ambiente de grupos de personas con aires de quien cree que puede hacer lo que quiere y donde quiere. Prueba de ello son las numerosas peleas de las que fuimos testigos, continuas subidas de ambulancia y constante presencia de la Guardia Civil.
Pero lo peor fueron los residuos que dejó el protagonista indiscutible tras su hora y tres cuartos de actuación. Hablamos de gente alcoholizada y una sobredosis, gente violenta y suciedad por cualquier sitio. Después, al reanudarse la actuación de la orquesta (cuyo caché también desconocemos, pero se rumorea que es muy cara), una botella de cristal voló desde el público al escenario, obligando a los músicos de verdad a retirarse para recordar Segurilla para siempre. Ya sin música en directo, el bullir de juventud sin control respondió a la petición de respeto de la orquesta con el lanzamiento de un hielo, lo que provocó finalmente su despedida definitiva con un mal sabor de boca para todos. Más de media hora más tarde, la carpa puso banda sonora a lo que era ya un noche enrarecida, la cual continuó de mala manera hasta el amanecer.
Desconocemos hasta qué punto el manto de basura y orines que cubrían las calles del pueblo compensa la actitud déspota del alcalde haciendo caso omiso de lo que ya era la crónica de una mala fiesta anunciada.
Solo cabe preguntarnos cómo es posible que un pueblo que está endeudado y que carece de muchos servicios públicos por falta de dinero pueda permitirse pagar una cantidad tan elevada por una actuación de apenas dos horas. Quizá alguien pensó que este señor nos iba a solucionar los problemas económicos.

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